Arte y ciencia:
La Escuela de Atenas

EL RENACIMIENTO, RAFAEL

Roberto Markarian Marianella Maxera[*]




Encontrar ejes temáticos que habiliten el trabajo con conceptos que provienen de distintas áreas de estudio es uno de los desafíos a los que se enfrentan los docentes de la enseñanza primaria y secundaria cuando plantean una situación de aprendizaje con enfoques interdisciplinarios. Este es el primero de cuatro artículos que parten de una obra de arte conocida para, a través del análisis de sus personajes y la época en que fue realizada, familiarizar a los alumnos con distintos ámbitos del saber, conocer una técnica pictórica particular, concretar una línea del tiempo y expresar lo aprendido de forma teatralizada.




c Arte y ciencia: La Escuela de Atenas. El Renacimiento, Rafael

Es fundamental poder opinar cabalmente sobre ciencia y tecnología en sociedades en las que aquéllas poseen evidentes repercusiones sociales. Se trata de una de las preocupaciones principales de quienes proponen políticas educativas y diseñan currículos y ha llevado a cambios de modelos de enseñanza apelando a variedad de estrategias didácticas. En este sentido, se sugieren los enfoques que defienden las interrelaciones entre diferentes áreas disciplinares combinando campos de conocimiento en una clase o unidad temática.

No pretendemos en este artículo, defender algún tipo particular de estrategia didáctica. Nuestro aporte es simplemente dar algunos ejemplos sobre las relaciones entre las ciencias, el arte y la filosofía.

En este primer intento analizaremos desde esa perspectiva una de las obras más reconocidas de la historia del arte, La Escuela de Atenas, pintada por Rafael Sanzio de Urbino.


La Escuela de Atenas en la Sala de la Signatura


Procuramos colaborar a que nuestros jóvenes alumnos se familiaricen con figuras que han sido pilares de la cultura occidental. Al mismo tiempo se acercarán a diversas áreas del conocimiento muy disímiles por su objeto de estudio y sus metodologías. También observarán que las figuras representadas corresponden a diferentes épocas y así podrán realizar una línea del tiempo colocándose ellos mismos como punto de referencia. Seguramente surgirán preguntas acerca de dónde se encuentra la pintura, cómo se conserva, quién es su propietario. Incluso podrían pensar en reelaborar o completar el cuadro agregando figuras en un lugar relevante, lo cual les permitiría acercarse a técnicas pictóricas, en este caso al fresco. Por último se puede sugerir realizar una teatralización que entusiasme de otra manera a los alumnos.

La obra artística puede ser un disparador de múltiples actividades de aula, interesantes por sí mismas, en las que diversas áreas de conocimiento se interrelacionen.

Más adelante seguiremos en el análisis de otras obras, con el mismo criterio y proponiendo actividades de aula.

c El Renacimiento

La Escuela de Atenas fue pintada entre 1509 y 1510 por Raffaello Sanzio (también conocido como Rafael), quien había nacido en Urbino en 1483. Tenía menos de 30 años cuando pintó esta inmensa obra. Murió al cumplir exactamente 37 años, el 6 de abril de 1520.

Podría decirse que la intención del autor fue expresar la admiración que se sentía en el Renacimiento por el mundo clásico, en particular por la época griega más gloriosa. Los grandes cambios acaecidos en el Renacimiento, tanto políticos como culturales, filosóficos y artísticos, estuvieron guiados por la idea de situar al hombre en el centro del Universo y de emplear la razón para llegar a la verdad.

Rafael homenajea a personalidades de diversas épocas. Las actividades intelectuales, racionales y discursivas que desarrollaban las figuras aparecen insinuadas en el cuadro en esta obra de género histórico.

La obra constituye una ofrenda a la Filosofía, que anteriormente era con frecuencia representada por una figura femenina. Ejemplo de ello es la ilustración Philosophia et septem artes liberales, (Filosofía y las siete artes liberales) de un manuscrito¹ que servía como guía enciclopédica para estudiar todas las disciplinas a las novicias de la abadía de Hohenburg. La abadía estaba situada en lo que ahora es la Alsacia, en Francia, muy cerca de Alemania. El Hortus Deliciarum (El jardín de las delicias), así se llamaba el texto, fue realizado por la monja Herrada de Landsberg (1125-1195) entre 1167 y 1185. En esa ilustración, la Filosofía es representada por una figura femenina rodeada por las siete artes liberales, también representadas con figuras femeninas.


Philosophia et septem artes liberales (Filosofía y las siete artes liberales), ilustración del Hortus Delicarium (Jardín de las delicias) de Herrada de Landsberg (s. XII), con la figura de la reina Filosofía en el centro del círculo interior, y en sus propios círculos, dispuestas concéntricamente, las siete artes liberales, personificadas como damas nobles y con insignias características de su arte


Las siete artes liberales, organizadas a partir del siglo VI al desaparecer las antiguas escuelas de origen romano, se dividían en el Trivium (también llamadas artes sermocinales: gramática, dialéctica y retórica, bases para aprender el latín) y el Quadrivium (también llamadas artes reales: aritmética, geometría, astronomía y música, rudimentos de las ciencias que se debían conocer). Constituían las vías por lo que podían adquirirse todos los conocimientos que se daban en las escuelas. El Trivium antecedía al Quadrivium en el camino de la sabiduría. En el siglo XI las artes liberales eran algo tradicional, necesarias para aspirar a entrar en el clero, ocupar cargos públicos o ejercer la abogacía.

Entre los siglos XII y XIV las obras de Aristóteles vuelven a llegar a Europa, a través de los comentaristas árabes² –recuérdese, por ejemplo, la divulgación en el norte de Italia de los llamados números arábigos por Leonardo Fibonacci (1170-1240) y los viajes de Marco Polo (1254-1324)–. Su estudio colabora a consolidar una nueva manera de mirar al mundo, derivado del debilitamiento del sistema feudal y la aparición de las nuevas clases burguesas.

La figura femenina que representa a la Filosofía desaparece del centro, y Platón y Aristóteles pasan a ser los símbolos principales. Sin embargo, como muestra de que estamos ante una etapa transicional, Rafael pintó varias figuras femeninas en la bóveda de la sala en la que están los grandes frescos. La que aparece sobre la obra que comentamos representa a la Filosofía sentada en un trono y sosteniendo dos libros: Moralis y Naturalis, y dos ángeles que muestran el mensaje Causarum Cognitio (El conocimiento de las causas). De esta manera se alude a las tradiciones y al mismo tiempo se rompe con ellas.

El arte va dejando de estar al servicio de un sentido simbólico, sobrenatural, a medida que se va consolidando la copia de la realidad: la naturaleza, los seres humanos en particular, pasan a ser estudiados, representados por sí mismos.

En este sentido, el planteamiento de Rafael significó un gran cambio relacionado con los procesos que sucedían en Europa desde varios siglos antes y que tuvieron otros grandes representantes más o menos contemporáneos, como Leonardo da Vinci (1452-1519) y Miguel Ángel (1475-1564).


Detalle de la cúpula correspondiente a la Sala de la Signatura del Palacio Vaticano. La Filosofía sostiene dos libros Moralis y
Naturalis; dos ángeles sostienen el mensaje Causarum Cognitio (El conocimiento de las causas).


En el primer tomo de su deslumbrante Historia social de la literatura y el arte (Penguin Random House, 1998), Arnold Hauser analiza “cuán indeciso es el concepto de Renacimiento”. Sugiere que es mejor establecer la separación entre la Edad Media y el Renacimiento “entre la primera y la segunda mitad de la Edad Media, esto es, a finales del siglo XII, cuando la economía monetaria se revitaliza, surgen las nuevas ciudades y la burguesía adquiere sus perfiles característicos; pero de ninguna manera puede ser situada en el siglo XV, en el que, si muchas cosas alcanzan su madurez, no comienza, sin embargo, ninguna cosa nueva”.


Nuestra concepción del mundo, naturalista y científica, es, en lo esencial, una creación del Renacimiento; pero […] el naturalismo del siglo XV no es más que la continuación del naturalismo del gótico, en el que aflora ya claramente la concepción individual de las cosas individuales […]

…en el Renacimiento lo nuevo no era el naturalismo en sí, sino los rasgos científicos, metódicos e integrales del naturalismo; […] la conciencia y la coherencia con que los datos empíricos eran registrados y analizados. […] En el Renacimiento el hecho notable no era que el artista se fuera convirtiendo en observador de la naturaleza, sino que la obra de arte se transformaba en un ‘estudio de la naturaleza’.


En la Edad Media el carácter colectivo de la cristiandad es superior a los rasgos propios de cada nacionalidad, de cada pueblo. Los elementos comunes del feudalismo, la Iglesia universal, la caballería, la cultura común van siendo sustituidos al fin de la Edad Media por la burguesía nacional, sus formas económicas y sociales diferentes en cada lugar, los intereses patriotas en cada ciudad, las diferentes lenguas nacionales. “Y entonces es cuando el factor nacional y racial se adelanta al primer plano como decisivo y el Renacimiento aparece como una forma histórica particular en la que el espíritu italiano se individualiza con respecto al fondo de la unidad cultural europea.”

Italia es un país que lleva ventaja “en el aspecto económico y social, porque de él arranca el renacimiento de la economía, en él se organizan técnicamente el financiamiento y transporte de las cruzadas, en él comienza a desarrollarse la libre competencia [...] y en él surge la primera organización bancaria de Europa; también porque en Italia la emancipación de la burguesía ciudadana triunfa más pronto que en el resto de Europa, debido a que en ella el feudalismo y la caballería están menos desarrollados que en el norte, y la nobleza campesina no sólo se convierte en ciudadana más pronto, sino que se asimila completamente a la aristocracia del dinero; y también porque la tradición clásica no se ha perdido enteramente en Italia, donde los monumentos conservados están por todas partes y a la vista de todos”. Esta “sensibilidad para la antigüedad clásica era sólo un síntoma, tenía profundas raíces en fenómenos sociales, lo mismo que la repulsa de la antigüedad al comenzar la era cristiana”.

c Un lugar para el fresco. Descripción general

La Escuela de Atenas

La obra tiene 770 cm de ancho y 500 de alto; es inmensa. Está ubicada en la Sala de la Signatura del Palacio Vaticano, residencia oficial de los pontífices de la Iglesia católica.

Este palacio incluye en el segundo piso, los que fueron aposentos del papa Julio II entre 1503 y 1513 utilizados como residencia personal, práctica adoptada también por quienes le sucedieron. Son cuatro cámaras que le servirían a este papa para eludir establecerse en los apartamentos que había habitado su predecesor, Alejandro VI Borgia, con el que había mantenido una gran animadversión.



El Parnaso y La Escuela de Atenas




Dichas salas se convertirían en lo que ahora se denominan las Estancias de Rafael. Si un visitante entrara en el apartamento donde se encuentran estas salas en la actualidad, su orden sería: la Sala de Constantino, la Sala de Heliodoro, la Sala de la Signatura y la Sala del Incendio del Borgo, si bien éste no es el orden cronológico en el que se pintaron. Julio II localizó su biblioteca en la Sala de la Signatura, llamada de esta manera porque sería destinada también a la firma y el sellado de actos de importancia. Se asegura que fue algún erudito de la Curia bajo las indicaciones del papa Julio II, quien proporcionó al pintor un planteamiento que orientaba hacia la exaltación de las grandes ideas neoplatónicas de lo Verdadero, lo Bueno y lo Bello según el pensamiento atribuido a la Antigüedad Clásica.



Escena del Bautismo de Constantino




El nombre de la obra, La Escuela de Atenas, refleja la fuente en la cual se inspira el autor para volcar el valor del pensamiento científico y de la verdad. Para ello recurre a la idealización de personajes ubicados en lo que representaría la Academia de Atenas fundada por Platón (ca. 427-347 a. C) hacia el siglo IV antes de Cristo, que habría tenido la finalidad de enseñar filosofía, matemática, astronomía, medicina y retórica. En esta academia se formó Aristóteles, y ambos, Platón y Aristóteles (384-322 a. C.), comparten de forma destacada el centro del cuadro.



La expulsión de Heliodoro del templo




Las cincuenta y seis figuras están organizadas en tres grupos. En el centro, Platón y Aristóteles sostienen en su mano izquierda libros atribuidos a cada uno de ellos: Timeo el primero y la Ética (Ética a Nicómaco) el segundo. Ambos se miran y gesticulan con la mano derecha. En la misma línea, a la derecha y a la izquierda se representa a grupos que siguen el diálogo de los protagonistas.

Más abajo y a la derecha se ubica un grupo totalmente desvinculado de los anteriores, no solamente por su localización, sino también por su desinterés respecto al diálogo entre Platón y Aristóteles. También debajo, pero a la izquierda, aparece un grupo que muestra una gran autonomía respecto a las acciones en el resto del cuadro.



Incendio del Borgo




Se incluyen figuras totalmente desvinculadas del mundo griego clásico, por ejemplo Averroes, quizá Zoroastro; varias del posterior periodo helenístico (desde la muerte de Alejandro Magno al suicidio de Cleopatra); Homero y Alejandro…

c Su efecto total

El cuadro observado en su totalidad tiene una de las características típicas del arte renacentista italiano: el espectador no se enfrenta a él como habitante de otro mundo, sino que está integrado a la escena deslumbrante. La pintura genera un efecto total, la aspiración de dar una concepción unitaria y continua. Y a pesar de la amplitud de colores, la riqueza de formas, figuras, etc., la construcción parece simple y homogénea. La perspectiva central de la pintura permite dar una visión simultánea de lo que sucede: la composición es abarcable en una sola mirada, el espacio pasa a ocupar un papel central. Se está frente a un mundo equilibrado, aunque autónomo y auténtico. Esta verosimilitud se da más por la íntima coherencia y armonía de sus elementos que por la armonía de esos elementos con la realidad exterior.

La unidad anotada, rasgo común a todo el arte de esa época, es consecuencia del racionalismo que dominará la vida espiritual y material. Hay un rechazo a lo que escapa al cálculo; la economía está basada en el método, en la conveniencia. Ese espíritu se impone en la organización del trabajo, en la técnica comercial y bancaria, en el gobierno y la diplomacia... en el arte. La belleza se dará por la concordancia lógica entre las partes, el ritmo de la composición a través de la perspectiva central reducirá el espacio a términos matemáticos. Todo ello se observa en esta inmensa composición.

En los artículos que darán continuidad a éste comentaremos con mayor detalle sobre las figuras que aparecen en La Escuela de Atenas, las relaciones entre arte y ciencia en la época de su creación, así como las técnicas pictóricas empleadas por Rafael, para luego proponer diversas actividades en el aula.

Notas

* Roberto Markarian es doctor en Matemática. Profesor, Universidad de la República, Uruguay.
   Marianella Maxera es doctora en Pedagogía por la Universidad de Oviedo. Profesora de Física y Química, educación secundaria pública, Oviedo,
   España.

  1. En realidad el manuscrito original se quemó en 1870 durante un incendio de la Biblioteca de Estrasburgo, pero sus miniaturas habían sido copiadas en 1818 y son las que aún se conservan.
  2. Adelantándonos al análisis de la pintura de Rafael, obsérvese que la figura de Pitágoras aparece a la izquierda abajo, escribiendo sobre un gran libro, con un musulmán (Averroes) mirando sus escritos (véase p. 48).
c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: lasestanciasderafael.es

- Foto 1: lasestanciasderafael.es

- Foto 2: Dominio público / commons.wikimedia.org

- Foto 3: Sailko / Wikimedia Commons / CC BY-SA 3.0

- Foto 4: storehouseofmemory.blogspot.com

- Foto 5-7: lasestanciasderafael.es

CORREO del MAESTRO • núm. 322 • Marzo 2023